En este nuevo reportaje de Miquel Figueroa, el
agricultor Josep Pàmies habla de tres variedades de Kalanchoe: Kalanchoe
pinnata (bruja, yerba de bruja, prodigiosa, hoja del aire, siempreviva,
ojaransín, hojerilla), Kalanchoe daigremontiana (aranto, madre de miles o
kalanchoe mexicana) y Kalanchoe gastonis-bonnieri (ojaransín, hojerilla y oreja
de burro).
Las Kalanchoe son unas plantas medicinales originarias
de la Isla de Madagascar que fueron introducidas en América por los nativos
esclavizados, quienes ya conocían su valor terapéutico.
Su milenario uso y recientes estudios científicos
indican que tienen cualidades para su uso externo (son antiinflamatorias,
antihemorrágicas, astringentes y cicatrizantes), y también son efectivas para
el reumatismo, la hipertensión, los cólicos renales, las diarreas e, incluso,
en desórdenes psicológicos como la esquizofrenia o las crisis de pánico. Aunque
es un tema controvertido, el saber popular atribuye a estas plantas el poder
para remitir el cáncer.
Sobre esta hipótesis se han hecho varios estudios,
algunos de los cuales resultan prometedores y pueden ser consultados en Pubmed.
Un ejemplo: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/2…
Es importante señalar que, como cualquier alimento,
las kalanchoe no están exentas de producir algunos efectos adversos, como
problemas cardíacos. Por lo tanto, deben tomarse con precaución y no como
sustituto de ninguna terapia.
Un equipo de investigación liderado por el
médico vigués Jorge Cameselle investiga si el consumo de la planta
natural de origen africana conocida como kalanchoe, reduce el riesgo de
padecer cáncer. «Creemos que hay base científica para investigar. Hasta que
terminemos la investigación, que está pensada para diez años, no podremos decir
si es un tratamiento efectivo, pero hay indicios para pensar que el consumo de
esta planta puede llegar a ser útil para reducir la posibilidad de tener
cáncer», valora el doctor, que trabaja en el centro de salud de Cangas y
director del grupo de investigación de oncología clínica de Adicam, la
Asociación de Diagnosticados de Cáncer de Mama.
17 diciembre, 2018
¿Cura el cáncer el Kalanchoe?
De
entre todas las plantas, hay muchas que han suscitado el interés por parte del
ser humano. Muchas las aprovechamos por su valor nutritivo o como materia prima
para elaborar productos textiles algunas otras se emplean para obtener de ellas
fármacos y a muchas otras les damos un valor ornamental. De entre estas últimas
destaca el espinazo
del diablo (Kalanchoe
daigremontiana), una planta crasa, es decir, que en sus tejidos
acumula una gran cantidad de agua, muy valorada en jardinería. Es propia y
endémica de Madagascar, aunque su cultivo está muy generalizado por todo el
mundo desarrollado por su fácil mantenimiento.
Hay
quienes atribuyen a esta planta propiedades medicinales, rozando lo milagroso.
No es difícil encontrar en la web artículos que relacionan esta planta con
supuestos tratamientos alternativos contra el cáncer. Llegando al extremo
de decir
que esta planta «deja en entredicho a la quimioterapia»,
sus defensores acusan a los intereses farmacéuticos, en forma de una especie de
mafia farmacéutica, de querer ocultar la información correspondiente a las propiedades
de esta planta, mientras te proponen que directamente consumas 30 gramos
diarios de hojas crudas o en infusión para conseguir una «sanación de daños
celulares» (sic.)
Sin
embargo, al contrario de lo que cabría esperar si algo de esto fuese cierto, no
hay actualmente ni un solo fármaco quimioterápico que proceda de Kalanchoe, y mucho
menos que tenga esa capacidad de “curar el cáncer” sin dejar efectos
secundarios.
Como
ya sabemos, las propiedades medicinales de una planta vienen dadas por la
presencia de alguna molécula farmacológicamente activa, que es a la que
denominamos principio activo, y que lo óptimo es que este principio activo, una
vez esté adecuadamente ensayado, se presente aislado y bien dosificado. Busquemos, pues, principios activos.
Entre
los principios activos que poseen las plantas del género Kalanchoe encontramos
diversos flavonoides como la quercitrina, pero si bien éstos han demostrado tener cierta eficacia contra el parásito de la
leishmaniosis, sus efectos no tienen ninguna relación con la actividad
tumoral.
Aparte
de los flavonoides, los espinazos del diablo producen bufadienólidos,
especialmente daigremontianina y bersaidegenina. Puesto que los flavonoides de
estas plantas no han mostrado ninguna actividad en células tumorales, podríamos
pensar que las propiedades anticancerígenas que se les atribuyen podrían
proceder de estos metabolitos secundarios o algún otro bufadienólido.
Si
buscamos entre la bibliografía científica, nos podemos encontrar con varias
investigaciones que pueden resultar interesantes en nuestro análisis. Sabemos
por ejemplo, que una determinada mezcla en emulsión de tres bufadienólidos
concretos tiene, efectivamente, una actividad quimioterapéutica en
cánceres digestivos in
vitro y en ratón y rata.
Algo
similar sucede con este otro estudio que evidencia un
efecto citotóxico que, in vitro, parece ser eficaz contra determinadas lineas
celulares tumorales. Como este
otro, que identifica cinco nuevos bufadienólidos con semejante
actividad. In vitro.
Pero
hay un problema. Aquí no estamos administrando espinazo del diablo, sino
determinadas moléculas concretas y preparadas de un modo específico. Y otro
detalle interesante es que estos bufadienólidos que se explican en estos
artículos no son los que se extraen de Kalanchoe,
sino que los produce un sapo.
Al
buscar información sobre bufadienólidos con origen en las plantas que nos
interesan nos encontramos con estudios hechos en principios activos extraídos de K. x hybrida,
que es híbrida entre K.
daigremontiana y K.
tubiflora; de K. gracilis y de K. pinnata que
también parecen relacionar estas moléculas con una actividad citotóxica contra
determinadas lineas celulares tumorales. Las moléculas, correctamente
extraídas, aisladas, cuantificadas y dosificadas. No la planta entera. E in vitro, claro.
In
vitro y en algunos casos en roedores, pero ¿y en personas? Nada.
En
este punto, el argumento de las malvadas farmacéuticas pierde todo el fuelle
por el motivo que ya se explicó en el artículo «La Ciencia y el Humo tras las Plantas Medicinales»:
si alguien hubiese descubierto que alguno de los principios activos presentes
en el espinazo del diablo tiene el efecto sobre humanos que estos adalides de
lo natural predican ya se estarían fabricando pastillas en serie. ¿No se ve lo
ridículo de pensar que esa hipotética mafia farmacéutica tenga bajo nómina al
cien por cien de los investigadores, tanto del sector privado como de entidades
públicas, cuando por otra parte se está gastando una enorme cantidad de dinero todos los años y
a lo largo y ancho de todo el mundo en investigaciones contra el cáncer?
Hasta
donde sabemos, entonces, ni comer la planta ni tampoco, al menos de momento,
sus principios activos tienen una efectividad comprobada in vivo contra
ningún tipo de cáncer.
¿Significa eso que no funciona? ¡Por supuesto
que no! De hecho, las futuras investigaciones en efectos citotóxicos de los
bufadienólidos, sean de origen animal, vegetal o sintético, suponen un
potencial avance hacia posibles nuevos fármacos de quimioterapia. Pero de
momento no existe ninguna evidencia que pruebe su eficacia. Y mucho menos
significa que comer las hojas crudas o tomar su infusión sirva para nada
Además
cabe indicar que recomendar el consumo de hojas de Kalanchoe sin
evidencias que prueben su efectividad va contra el primer y segundo punto del
artículo 26 del Código de deontología médica del Consejo General de Colegios
Oficiales de Médicos, que dicen textualmente:
Artículo
26
1.‐
El médico debe emplear preferentemente procedimientos y prescribir fármacos
cuya eficacia se haya demostrado científicamente.
2.‐
No son éticas las prácticas inspiradas en el charlatanismo, las carentes de
base científica y que prometen a los enfermos la curación, los procedimientos
ilusorios o insuficientemente probados que se proponen como eficaces, la
simulación de tratamientos médicos o intervenciones quirúrgicas y el uso de
productos de composición no conocida.
Pero
esto no es todo.
Hay
un factor que no podemos pasar por alto. Los bufadienólidos y los flavonoides
siguen siendo principios activos, es decir, moléculas con actividad
farmacológica. De hecho, las plantas sintetizan estas moléculas como método de defensa
contra los insectos.
No
están exentos de riesgo.
Se ha demostrado que el extracto
de Kalanchoe —en
este caso no hablamos de una molécula específica sino de la mezcla de todos los
componentes de las hojas— presenta un efecto antiproliferativo directo sobre
los linfocitos humanos. Es decir, que bloquea la formación de nuevos
linfocitos. El resultado es un efecto inmunosupresor por efecto directo del
extracto de Kalanchoe,
que de hecho desaparece cuando se deja de administrar.
Además, tiene un efecto inhibidor de la peroxidasa tiroidea, lo
que significa que su consumo prolongado puede desembocar en hipotiroidismo y
bocio.
Los
mucílagos y gomas son polisacáridos que tienen la capacidad de retener el agua
e hincharse en forma de gel. Estos metabolitos, también presentes en Kalanchoe, no
solo pueden provocar reacciones alérgicas por ingestión sino
que, dadas sus características, pueden actuar como saciantes generando
alteraciones nutricionales si se abusa de ellos.
Además, los bufadienólidos son cardiotónicos de
forma similar a como es la digoxina —la principal toxina de la dedalera—, lo
que conlleva a que estas moléculas, y por extensión las plantas, tengan un
peligroso efecto secundario.
El consumo de una cantidad importante de Kalanchoe en
un tiempo corto puede causar un envenenamiento agudo cuyos efectos incluyen la
depresión, la hinchazón, la regurgitación, parálisis en la lengua, salivación
exagerada, postración e incluso la muerte. Por su parte, el consumo prolongado,
aunque sea de bajas dosis, puede provocar una intoxicación crónica.
No
sabemos cuándo conseguiremos un fármaco eficaz a partir de moléculas extraídas
de Kalanchoe.
No tenemos, de momento, ni la menor idea ni siquiera de si eso sucederá. Pero
la ciencia avanza y nos va dando respuestas.
Sabemos
que estas plantas tienen principios activos que potencialmente parecen tener
futuro. Pero también sabemos que su uso no estará libre de riesgos, que los
efectos secundarios existirán como en cualquier otro medicamento. Sabemos que,
si se logra sintetizar un fármaco a partir de Kalanchoe, no dejará en entredicho a la
quimioterapia, sino que de hecho formará parte de ésta. Ahora bien, que los
beneficios de su administración superen o no a los riesgos que conlleva es algo
que está aún por conocer.
Pero
lo que también sabemos es que el consumo directo de las hojas del espinazo del
diablo, sean crudas o en infusión, no sólo no ha demostrado eficacia alguna,
sino que presenta unos riesgos importantes que no debemos ignorar.
Por
favor, por vuestro bienestar, por salud, no hagáis ninguna tontería.
Este
artículo nos lo envía Álvaro Bayón (@VaryIngweion). Biólogo por la
Universidad de León y Máster en riesgos naturales, actualmente está contratado
predoctoral en la Estación Biológica de Doñana (CSIC) investigando
invasiones biológicas mientras desarrolla su doctorado por la Universidad de
Sevilla. Apasionado divulgador desde 2008, además es gran aficionado a la
fotografía de la naturaleza.
Kalanchoe
“mala madre” contra el cáncer
Muchos
conocen a las famosas plantas llamadas Kalanchoe, muy atractivas por su fácil
cultivo y reproducción y también por su bella y duradera floración, pero pocos
conocen las importantes propiedades que poseen algunas variedades que no cuentan
con bella floración, sino más bien, que se asemejan a plantas carnívoras y son
altamente invasivas. Si ponemos un hijuelo de esta planta en una maceta, al
cabo de 2 o 3 meses tendremos la maceta llena de plantas. Se las presento: Kalanchoe
Daigremontiana, llamada vulgarmente “Mala Madre” porque
tira a la tierra a todos los hijitos que nacen alrededor de la hoja.
Esta maravillosa planta
posee múltiples beneficios para la salud, uno de ellos, y sin duda el más
resaltante es su capacidad de combatir el cáncer. Se aprovechan sus propiedades
para eliminar y evitar los quistes ováricos que suelen aparecer en la mayoría
de las mujeres. También es útil para vencer tumores o abscesos, heridas
profundas, reumatismos, inflamaciones, hipertensión y cólicos renales. La “mala
madre” es una planta que merece ser conocida por todos y bien puede ser
de uso externo o interno, eso sí, antes de consumirla se debe consultar a un
médico, pues todo en exceso es malo y esta planta contiene una sustancia tóxica
llamada Daigremontianina que consumida en altas cantidades (muchas plantas)
puede ser perjudicial para la salud.
Antes
de consumir ” Mala Madre”, consultar con un especialista
(médico), se puede consumir un hijuelo por día , no puede
ser consumida por mujeres embarazadas ni pacientes con cardiopatías y no se
debe consumir por períodos prolongados.
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