sábado, 17 de marzo de 2018

En la empatía, vale más la reflexión que la intuición - American Psychological Association



El razonamiento sistemático resulta más certero que la intuición a la hora de valorar los sentimientos de los demás, según un estudio reciente.

Ponerse en la piel de los demás, ser sensible, reconocer los sentimientos de alegría, dolor o pena ajenos. En definitiva, ser empático. ¿De qué depende? Según la creencia popular, es una cuestión de intuición más que de reflexión. Un estudio reciente revela, sin embargo, que las personas podemos percibir y entender mejor las emociones de nuestros congéneres, es decir, empatizar con ellos, si pensamos de manera sistemática y sopesamos toda la información que si nos fiamos de nuestra intuición.
«Tener éxito en las relaciones personales y profesionales requiere la capacidad de inferir con precisión los sentimientos de los demás, es decir, de ser empáticamente certeros. Algunas personas son mejores que otras en eso, una diferencia que puede explicarse en parte por el tipo de pensamiento», explica Jennifer Lerner, de la Universidad Harvard y autora principal del estudio. «No obstante, hasta ahora poco se sabía acerca de qué modo de pensamiento, si el intuitivo o el sistemático, ofrece una mayor precisión a la hora de percibir de los sentimientos del otro», señala.
Cuestión de cabeza
Los investigadores evaluaron la empatía de más de 900 participantes a partir de cuatro experimentos. En primer lugar, averiguaron qué capacidad relacionaban los propios probandos con la habilidad de percibir los sentimientos de otra persona: ¿la reflexión o la intuición? La mayoría de los encuestados se decantaron por la intuición.
En una segunda prueba, los experimentadores pidieron a los participantes que mantuvieran, por parejas, una entrevista de trabajo ficticia. Los roles de jefe y de candidato se adjudicaron al azar. Después de la conversación, se pidió a los sujetos que indicasen, mediante un cuestionario, cómo se habían sentido ellos mismos y cómo creían que se había sentido su interlocutor durante la entrevista. Además, evaluaron, a partir de una prueba cognitiva, si los probandos pensaban de manera sistemática o, por el contrario, tendían a confiar en su intuición. En un experimento final, los investigadores examinaron las estrategias de pensamiento de los participantes. También en este caso constataron que los que pensaban de manera reflexiva presentaban una mejor capacidad para comprender los sentimientos de los demás.
Según concluye Lerner, los hallazgos de este estudio resultan de interés para las personas que ocupan puestos directivos, puesto que sugieren que se debe utilizar más la cabeza y menos la intuición para ponerse en la piel de los empleados.
American Psychological Association

Foto principal: Las personas que piensan analíticamente reconocen mejor los sentimientos de los demás que las que se fían de su intuición, señala la reciente investigación. [iStock/ SolStock]


La empatía, más femenina
Nuevos datos demuestran que, a diferencia de los hombres, las mujeres bajo presión cuidan de los otros e inician amistades, dedicándose a entablar y mantener relaciones sociales.
Wickelgren, Ingrid
DAVID LEAHY Getty Images (mujer)

Cuando nos hallamos bajo presión, luchamos o huimos. O al menos eso han dicho los científicos durante mucho tiempo. Esta respuesta, sin embargo, podría ser propia sólo de los varones. Nuevos datos demuestran que, a diferencia de los hombres, las mujeres bajo presión cuidan de los otros e inician amistades, dedicándose a entablar y mantener relaciones sociales.

En la reunión anual de 2010 de la Sociedad estadounidense de Neurología Cognitiva, en Montreal, Mara Mather, de la Universidad del Sur de California, y sus colaboradores pidieron a voluntarios de ambos sexos que colocaran su mano en agua helada, acción que dispara los niveles de cortisona, la hormona del estrés. Después, mientras se les realizaba un escáner cerebral, tenían que observar rostros enfadados o neutrales.
 
Los varones mostraban un menor grado de actividad que los hombres sin estrés en una región del cerebro clave para el procesamiento de los rostros; ello sugiere que su capacidad de evaluar las expresiones faciales había disminuido. En contraste, dicha región presentaba un mayor grado de actividad en las mujeres estresadas. Además, estas mujeres mostraban un mayor grado de actividad en el circuito cerebral que permite que las personas comprendan las emociones de los demás. La mayor capacidad de las mujeres estresadas para interpretar el rostro de otras personas e identificarse con ellas podría ser una causa subyacente de la tendencia a estrechar lazos en circunstancias difíciles, que podría haber evolucionado como una forma de proteger a su descendencia.


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