Los japoneses Masao Matsumoto, de 108 años, y su esposa Miyako, de 100, han sido reconocidos como la pareja más longeva del mundo por suma de edades. Llevan 80 años casados
Septiembre
es el mes de la ancianidad en Japón y los medios
de comunicación actualizan cifras demográficas y publican reportajes sobre un
futuro turbador con una minoría de jóvenes empleados que trabajan para sostener
a una mayoría de pensionistas.
Este
año, sin embargo, la cobertura de la vejez permite una nota tierna gracias al
romance de Masao Matsumoto, de 108 años, y su esposa Miyako, de 100,
reconocidos por el Libro
Guinness como el matrimonio más longevo del mundo por suma de
edades.
Al
recibir el certificado, el pasado 25 de julio, sus biografías combinadas
acumulaban 208 años con 259 días. La pareja lleva 80 años de matrimonio y hasta
hace dos años solo se separaba cuando Miyako entraba a la cocina a preparar las
comidas. Ahora viven en un asilo de Takamatsu, en la isla de Shikoku, donde el
número de horas que pasan juntos aumentó desde que la anciana sufrió una caída
que la dejó en silla de ruedas, como su esposo.
La
historia de la pareja, que se casó en 1937, confirma que longevidad y vida
sosegada no siempre van juntas. Masao fue enviado a la guerra en Manchuria,
invadida por Japón entre 1931 y 1945 y uno de los frentes con peor reputación
en la historia militar nipona. Luego de un reencuentro con Miyako, fue
enviado de nuevo a Singapur donde sobrevivió hasta el final de la guerra
gracias a una dieta silvestre que incluía serpientes y lagartijas.
Regresó
a trabajar con el Ministerio de Transporte hasta su jubilación, y su mujer
estuvo a cargo de sus cinco hijas y siguió cocinando incansable para él hasta
los 98 años. Para Miyako el secreto de su relación es la “paciencia” y la esperanza
de que “las cosas siempre mejoran”.
Pese
al pudor de los japoneses para mostrar sus sentimientos, la pareja no tiene
problema en tomarse de la mano frente a las cámaras de los periodistas. Y
aunque en la primera mitad del siglo XX era costumbre casarse para cumplir una
obligación familiar y no por decisión personal, Masao y Miyako parecen haber
sido felices.
Según
Junko Takahashi, autora del El método japonés para vivir cien años (Planeta 2017), cuando los dos miembros de la
pareja son longevos suele haber comprensión real. Takahashi, que entrevistó a
trece centenarios para su libro, reconoce que las preguntas sobre el amor son
poco populares entre los mayores japoneses. Aún así en los consejos de su libro
figura: “sentir o recibir el amor de la otra persona mejora la salud y alarga
la vida”.
El
inusual récord infunde ánimos en un país donde llegar a cumplir un siglo ha
pasado de ser motivo de especial celebración a una preocupante carga fiscal. El
tercer lunes de septiembre, los asilos celebran el Día del respeto a los
ancianos y hasta hace poco cuando alguien cumplía los cien, el primer ministro
le enviaba un platillo conmemorativo hecho de plata. Pero el total de
centenarios supera los 65.000 y ha obligado a abaratar el regalo. Ahora el
platillo solo lleva un baño de plata, y el Gobierno plantea cambiarlo por un
mero certificado de papel.
En
anticipo de la fiesta de este mes, el diario Yomiuri, el de mayor circulación, destaca que la
prole de Masao y Miyako incluye a sus cinco hijas, de edades entre los 66 y los
77 años, 13 nietos y 25 bisnietos, el último de los cuales nació el mes pasado.
La
expectativa de vida de Japón es la segunda más larga después de Hong Kong, con
81 años para los hombres y 87 para las mujeres.
Tokio 5 SEP 2018 - 16:25 CEST EL PAIS
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