Prescindir del producto solo desplazaría el problema de la biodiversidad, advierte un estudio de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza
El aceite
de palma se enfrenta a su
consideración como uno de los productos ecológicamente más dañinos del mundo y
a que la vía para acabar con este problema es boicotear los innumerables
productos que contienen este ingrediente —desde alimentos al champú o la pasta
de dientes— hasta que los Gobiernos prohiban su uso. El biólogo holandés Erik
Meijaard (Haarlem, 1967), presidente del grupo de trabajo sobre aceite de palma
de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), acaba
de presentar en París un informe —del que además es su autor principal— sobre
el impacto en la biodiversidad de este producto. “Por el momento, tenemos que
aceptar que el aceite de palma está aquí para quedarse, que no se va a ir, y
tenemos que aprender de alguna manera a vivir con ello. Y cerrar los ojos y
actuar como si no existiera no es la solución”, afirma.